Volaba en medio de un cielo, que no era cielo y me encontré con un águila, que no era águila, buscando una respuesta, a una pregunta que desconocía. Era inevitable que nos cruzáramos, yo iba en busca de un mar que se me negaba y el águila iba en busca de una montaña que no existía. Me saludo, sin pronunciar palabras y le conteste sin decirle nada. En este mar de contradicciones supimos que era imposible que siguiéramos nuestros respectivos vuelos, sin que un hilo invisible nos atara.
Me miro, fingiendo que no veía nada, y le hable aun sabiendo que no me escuchaba, se mostró indiferente, llena de olvido, de palabras no dichas, de recuerdos sepultados en una tumba vacía. Se mostró ausente y fue entonces cuando sentí su presencia tan fuerte. Era un reto a mi solitaria vida, era un llamado en silencio a conocer a alguien que siendo diferente a mí, se me parecía.
Hice con mi pico, unos trazos en el aire. No quiero presumir o hacer alarde, pero fueron unos trazos vestidos de poesía. La rima no era fácil, el tono era amargo y de melancolía, pero eran mis trazos, con mi esencia, con mi tristeza y la angustia que tenía, no había más, porque más no conocía.
El águila curiosa los entendió enseguida. Ese era su idioma, con sabor agridulce, con letras que su alma, antes de leerlos ya los retenía. Le gustaron mis trazos, recito mi poesía, y supo en un momento todo lo que gritaba mi más hondo silencio. La atrape, como atrapa al viento unas manos de niño, que sonríe pensando que lo lleva consigo, pero al mirar sus manos descubre que se ha ido.
En nuestra diferencia inventamos palabras para hacernos iguales. Ella hablaba en su idioma, y yo no la escuchaba, sin embargo tenía cada punto, cada coma, grabadas en mi alma. Yo le hablaba en mi idioma, con lenguaje silente, con palabras extrañas que ella no comprende, sin embargo reía, sin embargo lloraba, y supe que en su corazón mis palabras quedaban.
Me dijo, que era libre con las alas atadas solamente a los sueños que su mente trazaba. Me dijo, que no era ave de ir en las bandadas, que le gustaba a solas, mirar las madrugadas. Que cuando iba volando y sentía la sed, bajaba en un segundo a los ríos a beber. Que no creía en la Fuerza central del universo, y que todos criticaban, su fuerte pensamiento Que no daría excusas ni falsos argumentos.
La mire sonriendo, le respondí, te entiendo, vienes de volar de un mundo descontento. Yo, le dije, soy gaviota que vuela siempre sola, soy gaviota de mar, gaviota errante, que no conoce el nido de donde despego, que no tiene bandada, ni quien le brinde un pedazo de sol. Soy lo que soy, aunque a final de cuentas soy dueña de la nada. Dueña de los abismos y de las madrugadas. Dueña de mi misma aunque a veces me pierdo, dueña de los murmullos que llegan en el viento. No tengo rama donde descansar, mi ruta siempre empieza y termina en el mar.
El mar no me gusta, me dijo sonriendo, es un camino que a los navegantes se los lleva lejos. Me gustan los ríos, que son mis amigos, que calman mi sed, y que me dan abrigo. Que forman veredas para que regresen todos los recuerdos y aquellos que el mar, se ha llevado lejos.
Entonces le dije, yo como gaviota que sabe a salitre me gustan los mares, aunque sean tristes. Me gustan las olas chocando en las rocas, rompiéndose en gotas sin echar raíces. Me gusta la arena acostada siempre, esperando algo, que nadie posee. Me gusta volar en contra del viento, aunque el vuelo sea, más rudo y más lento.
Somos como el día lluvioso y la noche oscura. Tú con tus quimeras yo con mis locuras. Tu con tus poemas de Mario Quintana, y yo con mis versos de José Ángel Buesa. Somos como la risa bañada de llanto, tu como el mañana, yo como el ocaso. A pesar de eso nos parecemos tanto.
Tu me niegas el pensamiento que tienes cautivo, yo me siento triste y no te lo digo. Después me regalas sin que te lo pida, ese pensamiento y me siento cautiva.
Así somos, dos noches en veinticuatro horas, dos días, dos tardes o dos auroras. Somos sin ser, letra y canción de la misma alegría, verso y rima de la misma poesía. Somos tan diferentes, que nos ven iguales los árboles, y todas las aves.
Soy roca, esa contra la cual te chocas para arrancarte de un solo golpe tu pico y tus garras. Soy esa roca que cuando chocas contra ella se vuelve rosa, para evitar que puedas lastimarte, pero que te ayuda en tu proceso, de mudar de alas, de mudar de pieles. Chocas contra mí, porque es necesario, para estar entera romperte en pedazos y cuando miras buscado la sangre de tu rudo golpe, solo vez pétalos donde se supone que miraras sangre. Porque mis plumas se vuelven caricias, y visten tu llanto con pétalos de rosas llamados sonrisas
Aquí estoy para ti, que no me buscas, tratando de decirte lo que nunca escuchas. Aquí estoy aceptando tu lado risueño, ese que se forma cual si fuera un sueño. Aquí estoy dándote lo que no me pides, pero sabiendo que lo esperabas y que lo recibes. Aquí estoy buscando una noche para hacerte un verso, buscando en mis libros, novelas y cuentos.
Estas tu tratando de decirme lo que ya sabia, como lleva un ciego a su propio guía. Estas tu, como siempre dices enseñando a un cura a decir de memoria el padre nuestro. Estas tú, diciendo negro con tus palabras, y diciendo blanco con tus hazañas. Escondiéndote para que no te encuentre, pero silbando fuerte para que pueda verte.
Así somos, la presencia que se ausenta; las vivencias muertas, las risas que parecen muecas. Así somos, el día y la noche, mientras una sale, la otra se esconde. Así somos, un número impar queriendo dividirse, y esperando que ambas partes sean iguales y sean felices.
Aquí estamos, dando vida a una mentira mas cierta que una verdad, tratando de alejarnos del cielo, pero sin dejar nunca de volar. Aquí estamos, tratando de unir los pedazos de un entero que nunca estuvo unido. Tratando de seguir, sin recordar ni el camino ni el nido. Aquí estamos, pero sabes que no es cierto, que somos solo espectros de lo que fuimos. Tratando de hacer eterno el ayer del mañana, porque sabes que no es real el mañana de hoy.
Así seguiremos conformes con una porción, aun sabiendo que queremos el entero. Seguiremos hablando en el silencio, diciendo que no, aunque no sea cierto. Diciendo que el reloj guarda el tiempo muerto. Esperando a la espera para no desesperar, esperando un futuro que nunca llegara. Seguiremos, porque es nuestra esencia, seguir adelante no importa si estamos perdidos o si la meta esta a nuestro alcance.
Seremos una inocente y otra culpable, con una condena que no tiene nadie. Apelando ante él más alto de los tribunales, una sentencia injusta que nos hace diferente, aunque nos ve iguales. Y como nunca dijiste que estabas, y como nunca, dijiste encontrarme, me voy aunque me quede, para consolarte. Me voy aun estando, aun sintiendo que me retienes diciéndome adiós, porque como eres especialmente diferente, cuando otros dan la bienvenida, tu levantas tu vuela y proclamas partidas.
Así que como no estas y yo me ausento. Como tu no hablas y yo no te atiendo. Como nos tenemos aun sin tenernos. Sigamos volando, yo buscando un sueño al final del mar, y tu buscando algo que no has de encontrar.
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